El pasado 27 de mayo, celebramos el Domingo de Jesús Nazareno, coincidiendo este año con el 425 Aniversario Fundacional de la Cofradía e inmersos en la celebración de un Año Santo. El domingo fue el Séptimo día de Septenario y el último día de Triduo Final en honor a Ntro. Padre Jesús Nazareno, manteniendo así con la tradición que nuestros antecesores nazarenos se comprometieron a cumplir («la fiesta del voto») desde el siglo XVII. La Misa estuvo Presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan José Ansenjo Pelegrina, Arzobispo Metropolitano de Sevilla, predicando con la homilía que a continuación se detalla:

NAZARENO DE PRIEGO

DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD

27, V, 2018 

  1. Comienzo mi homilía saludando al Sr. Arzobispo emérito de Zaragoza, don Manuel Ureña, a vuestro párroco don Ángel, a los sacerdotes, a las autoridades, al Hermano mayor y miembros de la Junta de Gobierno de la Pontificia y Real Cofradía y Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de los Dolores Nazarena y San Juan Evangelista de esta ciudad de Priego… A todos os manifiesto mi alegría por poder compartir con vosotros la mesa del pan y de la palabra en esta bellísima iglesia de san Francisco, sede canónica de vuestra Hermandad. La Eucaristía es el lugar propio de la Iglesia y su quehacer principalísimo por todo el orbe de la tierra, y es también el lugar natural de cada comunidad y de cada cristiano.
  1. Celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad. El Misterio Pascual culmina el cumplimiento de los planes amorosos de Dios en favor de la humanidad. En él somos regenerados, consagrados y elevados a la inmerecida condición de hijos de Dios, para llegar un día a ser semejantes a Él cuando le veamos tal cual es. Todo esto lo recibimos y vivimos en la celebración de la Pascua. En este domingo, saboreamos y contemplamos este don y la Iglesia entera se hace confesión de la gloria de Dios, adoración y acción de gracias a la Santísima Trinidad.
  1. A partir del bautismo, la vida del cristiano es una vida «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», es decir en, con y para la Trinidad. Nuestra consagración a Dios uno y trino es robustecida por el sacramento de la confirmación y alentada constantemente por nuestra participación en los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía. Desde el bautismo formamos parte de la familia de Dios. Somos hijos del Padre, hermanos del Hijo y ungidos por el Espíritu. La Santísima Trinidad nos abre sus puertas, nos introduce en su intimidad y hace que participemos de la vida divina.
  1. En esta mañana damos gracias a la Santísima Trinidad, en el 425 aniversario de la fundación de vuestra Hermandad, por todos los dones y gracias que os ha regalado a lo largo de un periodo tan dilatado. Al mismo tiempo pedimos a la Trinidad Santa que asista y sostenga a esta corporación para que siga siendo para todos sus miembros camino de vida cristiana, escuela de amor a Jesucristo y a la Iglesia y solar de formación y de servicio a los pobres.
  1. Para nadie es un secreto que la actual cultura occidental se caracteriza por el desvanecimiento de la esperanza, el vacío existencial y el miedo al futuro, fruto en buen medida de la secularización de la sociedad, pues como afirmara Benedicto XVI, “el hombre necesita a Dios; de lo contrario queda sin esperanza” (SS 23). También en España se ha debilitado la esperanza. La incertidumbre política de los dos últimos años y la aparición de nuevas fuerzas que hacen tabla rasa de nuestra historia y de nuestras tradiciones, son fuente de desconfianza. Las reformas laborales están permitiendo que disminuya el paro, pero ha crecido al mismo tiempo el número de personas que tienen trabajo y siguen siendo pobres. El miedo al futuro ha ocupado el lugar de la esperanza. Así se explica la caída vertiginosa de la natalidad y de los matrimonios, algo que viene de atrás, pero que últimamente se ha incrementado.
  1. Muchos pensadores y no pocos políticos atribuyen el miedo, la ausencia de esperanza y el vacío existencial a la  pérdida de valores, al mismo tiempo que proponen ir recuperándolos uno a uno. A mi parecer, sin embargo, cuando un edificio se agrieta, la solución no consiste en ir tapando cada una de las fisuras con pequeños parches, sino en atacar los problemas de fondo, los problemas estructurales, que casi siempre están en los cimientos. En estos momentos, en los que los valores se envilecen, el problema del hombre contemporáneo no consiste en intentar reconstruir uno a uno esos valores. Para salir de la crisis sólo hay un camino, resolver el problema fundamental, la desaparición de Dios del horizonte de la vida diaria de millones de contemporáneos nuestros y el reencuentro con Dios que es el que da verdadero sentido a nuestra vida.
  1. Sin esto, la recuperación de los valores de que hablan los políticos, será un proyecto fracasado, porque los valores difícilmente se sostienen sin una visión orgánica del mundo, sin unas bases religiosas. Sí, queridos hermanos y hermanas: Jesús y su evangelio es la respuesta a las preguntas del hombre de hoy y el único camino para la recuperación de los valores. Tales valores, la honradez, la honestidad, la justicia, el anhelo de paz, el respeto a los demás, el respeto a la naturaleza, la veracidad, la compasión, la solidaridad, etc., son valores profundamente cristianos, nacidos del Evangelio y de la experiencia cristiana. La pretensión de sostenerlos sin el hecho cristiano, sin la relación con Dios y desterrando a Jesucristo de la vida social, termina diluyéndolos.
  1. En los últimos días he vuelto a leer la carta que dirigió a los seminaristas el Papa Benedicto el 18 de octubre de 2010. En ella confesaba que en los finales de la Segunda Guerra mundial, en el año 1944, cuando él tenía 17 años, le sobrecogía la devastación moral producida en su patria alemana durante del régimen nazi. Y esta fue la razón poderosa para hacerse sacerdote, para colaborar en la reconstrucción moral de Alemania, mostrando a Jesucristo como único salvador y redentor frente a los falsos salvadores nazis que en aquel año estaban a punto de caer. A nosotros pastores y a vosotros, queridos cofrades, debe impresionarnos también la hecatombe moral y religiosa que se ha producido entre nosotros en los últimos decenios. En esta coyuntura, Cristo os necesita queridos cofrades. Cuenta con vosotros para anunciarlo a nuestro mundo gritando a pleno pulmón que Cristo vive, que nuestro Padre Jesús Nazareno es la única Verdad que salva, libera y da la felicidad.
  2. Sí, gritad a pleno pulmón que sólo Él es la luz verdadera, que ilumina la vida, la nutre y la llena de esperanza y alegría. Gritad que sólo el Nazareno nos permite ser libres, que Él es el maestro que nunca engaña frente a tantos maestros de la mentira. Sólo Él nos lleva a puerto seguro, sólo Él es fuente de sentido y esperanza. En vuestro camino os vais a encontrar con muchos ciegos, que necesitan el milagro de la fe, que necesitan esperanza, que necesitan, sobre todo, a Cristo, luz, camino, verdad y vida de los hombres. Vosotros estáis llamados a ser luz para tantos ciegos que no han conocido el esplendor de Cristo.
  1. El papa  Francisco nos ha emplazado a todos, también a los cofrades, a ser apóstoles y misioneros intrépidos, pero nos ha dicho también que antes debemos ser discípulos, pues el discipulado es la condición ineludible para la misión. Ser discípulo exige seguir al Señor, imitarlo, ser hombres y mujeres de oración, estar profundamente enraizados en Él, vivir la comunión con él, gustar de su intimidad y gozar con su amistad. Del encuentro diario con Jesucristo vivo, presente en la Eucaristía, nacerá el deseo y el compromiso de anunciarlo, de compartir con nuestros hermanos el tesoro que nosotros hemos descubierto.
  1. En algunos ambientes cofrades no se ven así las cosas. En la pasada Semana Santa la prensa de Sevilla publicó dos artículos, en los que se ponderaba la dimensión cultural de las Hermandades, olvidando su entraña esencialmente religiosa y desvinculándolas de la Iglesia. Se defendía la posibilidad de que pudieran integrarse en ellas ateos y agnósticos y proponía un cambio de nombre, en vez de asociaciones públicas de fieles erigidas por la autoridad eclesiástica, se proponía denominarlas asociaciones culturales cristianas, desligadas de la jerarquía de la Iglesia y vinculadas a las autoridades de Cultura, lo cual significaría una no pequeña perversión de la naturaleza de estas instituciones. Por ello, os pido que cuidéis la esencial entraña religiosa de vuestras corporaciones.
  1. Termino ya dando gracias a Dios Trinidad por nuestras Hermandades, que constituyen un dique gigantesco contra la secularización de la sociedad y que permiten que no se reseque el humus cristiano de esta tierra. Pido a María Santísima de los Dolores Nazarena para todas ellas, y muy especialmente para vuestra Hermandad, que os ayude a vivir la genuina identidad cofrade, que tiene como fines el fortalecimiento de la vida cristiana de sus miembros, que deben ser cristianos cabales y de calidad, su formación continua y el servicio a los pobres. Que ella acompañe y sostenga a todas las Hermandades aquí representadas, en la tarea ilusionante y urgente de anunciar a Jesucristo en vuestra ciudad como única fuente de valores y como único manantial de esperanza. Así sea.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla